Nada más apropiado para ser un auténtico gurupollas que subirse sin el adecuado sentido crítico en alguno de los trenes mediáticos actuales:
- La nube
- TDD, DDD...
- Metodologías ágiles
- Web 2.0, marketing 2.0,..."loquesea" 2.0
- Uso de patrones ("Patronitis")
- etc.
El colmo de la cuestión viene cuando estos individuos se auto-atribuyen términos que son de otros, éxitos ajenos, como si su paso por los proyectos o las empresas hubieran esparcido la semilla del éxito y la guru-calidad.
Alejandro en su artículo insiste en lo del "minuto de gloria". Yo más que eso, entiendo que se trata de algo más. Cuando no hay fondo, cuando no hay empaque, se trata de destacar de alguna manera. Cuántos nos hemos encontrado en las empresas con este tipo de actitud:
- "Yo soy power" (vale, ¿y?)
- "Yo soy el arquitecto de la solución" (o sea, que no has pegado palo al agua, no?)
- "He recibido un excelente reconocimiento"
Las estrellas de un día, sin embargo, cada vez no sólo tienen su momento, sino que con esa exhibición de gurupolleces, consigue ganarse algún que otro adepto. Y ahí es cuando el gurupollas, con sus acólitos, es realmente peligroso. Porque ya no tiene que esconder su incapacidad: ya tiene otros que a base de su sudor, y a cambio de alguna falsa promesa de reconocimiento futuro, consiguen sacar el trabajo que el gurupollas no ha podido. Es cuando se forma la "manada del gurupollas".
Alejandro Suárez hace especial mención a los gurupollas de las redes sociales. Pues bien, yo quiero reclamar que también hay gurupollas fuera de las redes. En cualquier departamento. Es una especie que lejos de estar en peligro, aflora en cualquier parte.
Ojo, el gurupollas más peligroso, no sólo es el que trata de estar siempre en el candelero. El peor es el que sabe ocultarse cuando no puede brillar:
- Cuando hay trabajo y puede llegar a notarse su inutilidad.
- Cuando hay cerca un acólito que puede currar por él (siempre que no haya posibilidad inminente de echarse una medalla)
- Cuando haya cualquier riesgo o problema en curso.
- Gestión de riesgos para gurupollas. En este caso, el gurupollas tien un olfato inherente y sorprendentemente desarrollado para detectar el riesgo. Si bien en cuanto hay alguna posibilidad de que haya un premio o reconocimiento el gurupollas sabe estar en primera fila (y si es posible, pisando alguna cabeza), cuando hay riesgos, es el rey del disfraz. ¿Que hay un pase a producción? Pues el gurupollas se ha ido de vacaciones. ¿Y si el cliente pide un sobre-esfuerzo? Pues el gurupollas le pide a su equipo un esfuerzo aún mayor: le echa al cliente o al jefe superior del esfuerzo extra, y si algo sale mal, de cara al cliente siempre tendrá un chivo expiatorio al que echar la culpa también. Hay que recordar que este espécimen lleva la gestión de riesgos de forma anticipativa: siempre tiene un culpable listo para cualquier problema que pueda anticipar. En caso contrario, tiene el poder de la desaparición, como ya hemos comentado.
- Gestión de problemas para gurupollas. Cuando el riesgo ya ha ocurrido, y se ha convertido en problema, el gurupollas ejecuta su plan de contingencia: ¿para qué buscar soluciones si podemos buscar culpables? El gurupollas es el rey de la dialéctica, y será capaz de manejar las reuniones con sus responsables y clientes, echando la culpa bien a quien no esté en la reunión (y no se pueda por tanto defender), o bien al eslabón más débil de la cadena, a quien le habrá previamente dejado en alguna sutil pero inapelable situación de peligro.
Precisamente en este artículo, Andrés Toledo creo que tiene la clave del gurupollas más temible: no ya el de las redes (que también), sino el de cualquier empresa, el que trata de vender motos y alejarse del trabajo real para dedicarse a "gestionar" o a ser "arquitecto" o "asesorar" a los proyectos. Aquí es cuando se siente en su salsa, a base de repetir gastados mantras copiados de libros y redes tecnológicas, en las que ha conseguido destacar. O dedicándose a ser consultor freelance, dando conferencias y cursos a precio de oro de cualquier tema del momento, siempre en reducidos grupos y de un modo exclusivo.
Finalmente comentar un rasgo inherente en el gurupollas: es un pelota. Siempre te dirá lo que quieras oir. Nunca terminará una conversación, sino que iniciará otra con cualquier tema que entienda que te va a enganchar. Y si ya ha obtenido lo que quería de ti...adiós. No le verás el pelo. O como mucho te dará las migajas de la red: algún "me gusta" en Linkedin, Twitter, Facebook o en la red corporativa de la empresa y poco más.
Recordad: al igual que los aliens, los gurupollas ya están entre nosotros...y tú puedes ser su siguiente víctima.
¿Y tú, ya has identificado algún gurupollas?