Hoy os voy a traer un caso real. En estos tiempos en las que las metodologías ágiles están en todas partes, es el momento de reflexionar el qué queremos, pero sobre todo, qué necesitan nuestros clientes.
En concreto, mucho cuidado con las estimaciones ágiles porque los clientes siguen necesitando saber en muchas ocasiones cuándo van a estar disponibles sus aplicaciones, y a qué precio. Os adjunto una conversación que podría ocurrir a pocos metros de donde estáis:
- [Cliente] ¿Cuánto va a costar esto? ¿Y cuánto tiempo tardaremos en tenerlo? La verdad es que tenemos unas fechas límite muy definidas, y el presupuesto no nos da para muchos cohetes.
- [Vendedor/Técnico ágil] Pues es que nosotros no estimamos en horas, sino en StoryPoints. Pero no se preocupe, porque esto es un marco de trabajo Scrum altamente reconocido.
- [Cliente] ¿Ah, sí? Pues que sepas que mientras tanto, te pagaré en BarPoints (tickets del bar). Pero no te preocupes, porque esto en nuestra cafetería de empresa es una forma de pago altamente reconocida.
En fin. Creo que ha quedado claro. Mucho cuidado con las obsesiones y sobre todo actitudes talibanes respecto al agilismo. De nuevo tenemos las balas de plata de nuestra generación. Y de nuevo, hemos de usarlas como lo que son: tan sólo una herramienta más, que hemos de adaptar a cada situación y necesidad.
¿Y tú ...qué les das a tus clientes? ¿Lo que ellos necesitan, o lo que tú les quieres dar?
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